La Inteligencia Artificial

¿Una amenaza para el periodismo o una herramienta para potenciarlo?

Tecnología11 de septiembre de 2023Corredor VerdeCorredor Verde
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Por Sergio Boti, redactor especializado en ciencia y tecnología 

En medio del acelerado avance tecnológico, surge un debate que sacude los cimientos del periodismo y la redacción formal y artística: ¿La Inteligencia Artificial (IA) llegó para reemplazar a los humanos en estas labores o simplemente se trata de una nueva herramienta que potencia su trabajo? Mientras algunos temen por la pérdida de empleos y la deshumanización de la escritura, otros vislumbran un horizonte de posibilidades. En mi rol de periodista, me adentraré en esta encrucijada con una inclinación a creer en el impacto sustitutivo de la IA.

En un mundo cada vez más automatizado, la IA ha demostrado su capacidad para generar contenido escrito de manera rápida y eficiente. Algoritmos de generación de lenguaje natural son capaces de producir artículos periodísticos, informes financieros e incluso novelas. La velocidad y precisión con la que operan son, indudablemente, una amenaza para el trabajo humano. 

Desde El Corredor Verde hemos seguido de cerca los avances en IA, señalando que, aunque los algoritmos todavía carecen de la creatividad y el discernimiento de un ser humano, es innegable que pueden generar textos de calidad en un tiempo récord. 

Los tres párrafos anteriores fueron escritos, en cuestión de segundos, por la inteligencia artificial. Como bien lo dijo Sergio Boti y nosotros, humanos en el período de mayor mediación digital y tecnológica de la historia de la humanidad, sabemos que la IA genera tantas respuestas como dudas. 

En lo que concierne a la creación de textos ficcionales y académicos, la IA va un paso adelante en cuestión de rapidez: en efecto, la velocidad es una de las principales exigencias de la época actual porque la ansiedad que caracteriza a los internautas, quienes necesitan ese “fast food” de entretenimiento continúo, lo requieren.

Por otro lado, existe una cualidad que, por ahora, la IA no pudo reemplazar, que es algo tan valioso como la creatividad humana y la trasmisión de emociones a través de la palabra. Borges, Cortázar, Wolf, García Márquez, entre otros, fueron escritores que supieron sumergirnos en mundos de fantasía llenos de particularidades, personajes con características únicas que generan emociones que las IA no están adaptadas para hacerlo: todavía no tenemos un Jorge Luis Boti que pueda escribir una obra maestra como El Aleph. 

Cierto es que la IA no retoca lo que la mano humana logra, sino que las genera de manera automática. Lo que a un pintor le tomo meses crear, para la IA es solo cuestión de segundos. Claramente no solo se pierde el detalle de la artesanal, de lo humanamente imperfecto, sino que también como ya lo dijo el filósofo Walter Benjamín, mucho antes de que la tecnología ocupara cada espacio de nuestra vida, la reproducción técnica de las obras de arte facilita la pérdida del “aura” de las mismas; es decir, su carácter único e irreproducible es corrompido.

Es inevitable no adaptarse a las nuevas tecnologías, agiornarse a los tiempos que corren para poder convivir de la manera más sana con ellas y hacer uso de las mismas de una manera positiva y eficaz, pero al mismo tiempo resulta fundamental no perder la sensibilidad emocional propia de la palabra humana.

Al fin y al cabo, el instinto de supervivencia y preservación de la especie es algo que los animales tienen incorporado en forma automática. Sería irracional que los humanos mal utilicen los avances tecnológicos en su propio perjuicio.

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