Las redes sociales y el trastorno de ansiedad: el peligro de estar hiperconectados y las señales de alerta

Por Augusto Barbosa, Psicólogo Sexólogo Clínico (MN 46204), MP (72874)

Salud22 de febrero de 2024Corredor VerdeCorredor Verde
hiperconectividad
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Una de las consultas más habituales en el ámbito clínico y que ha crecido muchísimo en las dos últimas décadas está vinculada con los denominados trastornos de ansiedad. 

Ellos provocan malestares significativos en los pacientes pudiendo llegar, si no se controlan a tiempo, a generar cuadros diagnósticos como el trastorno de ansiedad generalizada, fobias y/o trastornos obsesivos compulsivos entre otros; todos ellos más popularmente conocidos como “Panic Attacks”.

Una parte de ellos tienen su génesis en las redes sociales. Pero, y para poder el lector comprender realmente el impacto que provoca en la actualidad el uso de las redes sociales y su relación con los trastornos de ansiedad, es necesario explicar primeramente qué es en verdad la ansiedad.

Todas las personas tenemos un aparato psíquico que se maneja con ciertas cantidades de energía y de tensión. A esa energía los psicoanalistas la llaman libido. Como todo sistema, y para que este funcione correctamente, esa cantidad de energía debe estar equilibrada.

Ahora bien, cuando esa energía aumenta y supera los límites que el aparato psíquico puede soportar comienza a perturbar y a provocar diferentes mecanismos de defensas por parte del mencionado aparato para no colapsar, desencadenando una serie de síntomas que provocan limitaciones y molestias en la vida cotidiana. 

Entre los síntomas más comunes encontramos dificultades para respirar, taquicardia, calor o enrojecimiento, opresión torácica, falta de aire y si se llega a situaciones más extremas, la sensación que experimenta la persona de sentir que pierde el control o que algo malo le está por ocurrir, llegando en los casos más severos a una sensación inminente de muerte. 

Las personas que padecen de estos trastornos generalmente llegan a una guardia médica en donde se descartan problemas de origen orgánico, y es allí donde suele escucharse “usted tiene ansiedad”, momento que suele continuar por lo general con una derivación a psicoterapia y/o en algunos casos también a algún tratamiento farmacológico. 

La ansiedad podríamos definirla como un temor anticipatorio. El individuo que la padece siempre está pensando en lo que vendrá, en lo que está por ocurrir. En esta situación podría decirse que la persona vive en el futuro porque pierde la capacidad de concentrarse en el presente: y con ello también se pierde en forma progresiva la capacidad de disfrute.

Con la aparición del internet y el avance de las tecnologías surgieron nuevas formas de relacionarse en sociedad a través de un mundo virtual, y con ellas un sinfín de redes sociales que nos mantienen todo el tiempo conectados. 

En poco tiempo la sociedad se vio envuelta en la era de la inmediatez. Se celebra cada vez más cuando alguna compañía anuncia, por ejemplo, el aumento de la velocidad de conexión. La utilización de mensajerías, memes, fotografías y reels buscan provocar emociones y con ellas una respuesta inmediata. 

El humano es un ser social que necesita del reconocimiento del otro para ser; y en estas nuevas formas de relacionarnos se exige que esa interacción sea inmediata.

Es muy frecuente escuchar en el consultorio pacientes que siempre están a la expectativa de todo aquellos que suben a las redes sociales. Están atentos a si leyeron sus mensajes y si se los contestaron o no; si vieron sus fotos y las reaccionaron o no, mirar perfiles de otras personas, etc. 

Y es aquí justamente donde comienza a aparecer la ansiedad. Ya no se puede esperar unos días o unas semanas a que llegue una correspondencia o ver alguna fotografía. Todo tiene que ser inmediato. Un mensaje se tiene que contestar en el momento o una publicación tiene que ser vista inmediatamente. 

Cuando se hace un uso correcto de las redes sociales y la ansiedad no supera los umbrales de tolerancia del aparato psíquico la persona no padecerá de los síntomas anteriormente descriptos.

Ahora bien, cuando hay un uso desmedido y la persona está atenta permanentemente a sus publicaciones o está pensando en qué le van a contestar, es decir, cuando se anticipa a lo que va a ocurrir o está “a la espera”, la ansiedad empieza a incrementarse, y si no arbitran los recursos necesarios para poder restablecer el equilibrio comienzan a manifestarse los síntomas.

El estar hiperconectados no permite darle tiempo al aparato psíquico para procesar todas les emociones y la información que sentimos, generando así un incremento de la tensión que se traduce en ansiedad. El desafío de las sociedades actuales será saber ponerse límites frente a las demandas de las redes sociales, que no duermen y nos colman incesantemente de estímulos y sobreinformación todo el tiempo. 

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