Maxitomates: del Mediterráneo a Cañuelas sin escalas
Una simple semilla bien tratada y de buena genética es sin duda la génesis de un buen producto, un concepto que tiene muy claro Jorge Millacan, un profesor de música oriundo de Máximo Paz que no para de sorprender a los habitantes del corredor verde con su cultivo de tomates gigantes que incluso llegan a superar cada uno el kilo. De no creer.
Jorge tiene 45 años y es el único de nueve hermanos que siguió la tradición familiar de labrar la tierra: “Desde que tengo concepción y uso de razón, antes del nacimiento de mis padres, estaban mis abuelos y ya existía esta forma de sobrevivir que hoy transito con gusto y placer. Es una forma de encontrarme a mí mismo”, aseguró el cultivador visiblemente emocionado.
Esta tradición, que en un principio fue familiar, lo llevó a buscar los mejores resultados: por tal motivo, luego de trabajar varios años para otros productores en quintas y plantineras (productoras de plantines para quintas) de producción a gran escala, decidió volcarse a lo orgánico y comprar semillas libres de manipulación genética, glifosato y pesticidas. Lo que no sabía era que esas semillas darían frutos de la calidad y sobre todo del tamaño que cosecha hace varios años.
El tomate más grande que cosechó Jorge fue de 1.300 kilogramos, ya que utiliza semillas de más de 400 años de antigüedad, a diferencia de las semillas híbridas de producción industrial “como Monsanto y Bayer que le restan calidad al fruto, porque a ellos les interesa poder producir la mayor cantidad en el menor tiempo posible”.
A diferencia de las grandes empresas, Jorge buscó sus semillas con especial dedicación: así fue como cuatro años atrás un amigo bailarín que estaba de gira por España le consiguió semillas del Feo de Tudela, un tomate de la variedad “marmande” que se cultiva, sobre todo, en la zona de la Ribera de Navarra, y que cuenta con gran prestigio por su excelente calidad a pesar de sus imperfecciones que se ven a simple vista; por ello recibe el mote de “feo”.
El cultivador tuvo la posibilidad de viajar dos veces al continente asiático, más precisamente a Japón, donde se nutrió de una cultura con escasez de tierra fértil, por lo que su cuidado se torna fundamental para la obtención de alimentos. “Ellos no podían entender cómo nosotros pasábamos hambre en nuestro país teniendo espacios de cultivo en casi todos lados”, afirmó quien también sostuvo que “no hay excusas para cosechar, porque un techo, una maceta o un balcón es suficiente”.
Asimismo, si bien los tomates son su fuerte, la huerta de Jorge abastece a sus clientes de plantas medicinales como la citronela, especial para estas épocas de repetidas invasiones de mosquitos que acechan a Buenos Aires, o la estevia, un endulzante natural que vino a reemplazar a los edulcorantes sintéticos por su sabor similar al azúcar.
En cuanto a las especies de tomate que ofrece a sus clientes, además de los tomates españoles, se destacan el cherry rosado, amarillo y el negro, conocido como “chocolate” en el mundo gourmet.
Jorge es también profesor de música y cuenta con un canal de YouTube en el que da concejos para la siembra de distintos vegetales y muestra un poco su faceta artística, ya que es integrante de la agrupación de música andina “La Tribu”.
El trabajo de la huerta no es sencillo, requiere de mucho tiempo de trabajo y dedicación. En ese contexto, asegura que muchas veces sus jornadas laborales en el campo duran hasta la madrugada, un doble sacrificio para él debido a que en la escuela cumple doble jornada, de 6 a 18 horas.
Jorge, con el espíritu incansable que lo caracteriza, asegura que la cosecha 2024/2025 espera a sus clientes con muchas sorpresas. En efecto, una huerta sustentable ubicada en Cañuelas y en la que se cultivan más de 150 especies de tomate, le donará al cultivador del barrio La Torre semillas para ampliar la variedad. De esta forma, la producción de este fruto no tiene techo dentro del corredor verde.